Comienzo a pintar la serie de Paisajes Imaginarios hace algo más de dos años, en 2020, cuando nos confinan en casa durante un mes y medio.
La añoranza de poder salir al campo y disfrutar de la naturaleza, más allá de mi vivienda, me inclina a evocar paisajes que se quedan en la memoria, idealizados y desdibujados por el paso del tiempo.
La perspectiva que utilizo es de abajo a arriba, como si estuviese tumbada en el suelo y con la hierba fresca en primer plano.
Los colores de estos paisajes son vivos, intensos, algo irreales, como vistos en sueños.
A día de hoy continúo pintando este tema como una necesidad de poder salir a los espacios abiertos sin miedo a nada. Como era todo antes. Porque vivimos en un tiempo convulso, difícil, con retos enormes como es gestionar la contaminación que provocan nuestras basuras y que tanto deterioran el paisaje. La presión que ejercemos sobre el planeta y sus recursos es insoportable. Ocho mil millones de humanos!!!!! La sociedad de consumo sin control, de usar y tirar, y el aumento progresivo de la población (en cincuenta años hemos superado el doble de los que éramos en los años setenta del siglo pasado) está acabando con esos paisajes que recordamos de nuestra infancia. Esos paisajes que mi mente va idealizando y que componen esta serie «Paisajes Imaginarios»